viernes, 8 de julio de 2011

Islas del Caribe


Mar transparente, laberintos de coral, playas perfectas, un sol casi eterno y lujosos resorts con todo incluido forman el seductor cóctel de estas pequeñas naciones y colonias de hospitalaria y romántica tradición


Debe de haber pocas personas en el mundo que no hayan fantaseado alguna vez con escaparse a una isla del Caribe, tirarse panza arriba en esas arenas blanquísimas y entregarse al dolce far niente. Ahora, ¿cuál de todas elegir? Más allá del mar transparente, de los laberintos de coral meciéndose silenciosos en los fondos marinos, o de las hileras interminables de palmeras, hay características propias de cada isla que las hacen ciertamente únicas.
Dentro del vasto universo de estos pequeños paraísos caribeños, lo que sigue a continuación es un breve pantallazo de algunos de ellos, para seguir alimentando la fantasía.
Aruba
La impronta holandesa es tan fuerte en Aruba que parecería que el queso gouda está presente en todos los menús. Claro que, además de la colorida arquitectura colonial de los Países Bajos, esta diminuta porción de tierra cercana a la costa de Venezuela tiene todo lo que se espera de una isla en el Caribe: sol, playas extensas y mar translúcido, sin contar con pujantes casinos y negocios free shop.
También, infinidad de cabras y dividivi, árbol emblemático de Aruba, siempre inclinado hacia el lado del viento. Aquí se habla el papiamento (así como en las vecinas Curaçao y Bonaire), una mezcla basada en el español y el portugués, muy influido por el holandés.
St. Barts
En un lugar donde una botella de champagne Cristal puede alcanzar los 1500 euros se puede esperar de todo menos economía de bolsillo. De hecho, St. Barts (o Saint Barthélemy, si usamos su nombre completo) es una de las islas más chic del Caribe francés, sede de tiendas superexclusivas (no falta ninguna, desde Armani hasta Zegna, con el plus de que acá son libres de impuestos), clientes millonarios y playas de arena brillante. El refinamiento francés convive con un paisaje salvaje, de espesa vegetación y grandes lagunas, aunque en un territorio mínimo (menor a los 21 km2).
Islas Caimán
Resulta curioso que con menos de 25.000 habitantes, en las islas Caimán haya censadas 500 entidades bancarias y 18.000 empresas. Será por su condición de paraíso fiscal, precisamente, que sus habitantes gozan del más alto nivel de vida de todo el Caribe. El resultado es un lugar exageradamente tranquilo, sin desempleo ni delincuencia, en el que existe un límite de 300.000 turistas al año (los habitantes piensan que más gente podría alterar su ritmo de vida). Gran Caimán es la mayor de las tres islas y la más desarrollada, aunque los edificios no pueden tener más de tres pisos (la ley exige que ninguno sobresalga por encima de los cocoteros). Pese a que la tierra es seca y está cubierta de maleza, los paisajes submarinos son algunos de los más espectaculares del Caribe.
Curazao
Con 160.000 habitantes, Curazao es la isla más grande y poblada de las Antillas Holandesas, y la que muestra mayor influencia del antiguo colonizador.
De hecho, con sus casas color pastel, Willemstad, la capital, parecen una mini Amsterdam (su casco histórico ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco). Aunque sin cactos, claro. Las playas de Curazao no son las más lindas, pero aquí se encuentran algunos de los mejores arrecifes para bucear, en tanto que, gracias a los suaves vientos alisios, jamás hace demasiado calor. Por lo demás, en la costa noroeste se puede visitar la antigua refinería de petróleo, que llegó a ser la más grande del mundo. De todos modos, la atracción más popular es el blue room, una cueva bajo el mar donde la luz hace que el agua adopte diferentes y extraños colores.
St. Martin
Es la isla más pequeña del mundo dividida entre dos estados soberanos: Holanda y Francia. Con altas laderas cóncavas, lagunas, salinas y magníficas playas de arena blanca, St. Martin es también el lugar ideal para practicar deportes acuáticos: buceo, windsurf, kitesurf y, sobre todo, vela (las regatas, como la Heineken Regatta, son un clásico de las Antillas). Además, St. Martin cuenta con una reserva marina protegida a la que acuden las ballenas y los delfines para reproducirse. Aunque la isla se destaca por su comodidad y elegancia, no es sin embargo uno de las mejores destinos si se pretende huir de las multitudes.
Bonaire
No es por casualidad que Bonaire sea conocida como la capital mundial del buceo. La B de las ABC (Aruba, Bonaire y Curaçao) tiene uno de los arrecifes de coral más intactos del mundo, y su vida submarina ha sido declarada santuario protegido. Además de ser una meca para submarinistas, es una isla desierta y austera, perfecta para quien busque escapar del estilo de vida más comercial de otras islas. Su capital, Kralendijk, todavía tiene sólo una calle principal, la mayoría de la costa está formada por caliza coralina y la comunidad más numerosa está compuesta por dos colonias de flamencos.
Barbados
Barbados, la isla más al este del Caribe, también es probablemente la más británica. Es un país relativamente próspero y tranquilo, donde son famosos el ron, la vida nocturna de su costa sur (la principal zona turística) y el cricket. La costa este, en tanto, se conserva casi sin explotar, mientras que en la oeste abundan los hoteles lujosos.
Barbados es ideal para los amantes del buceo no sólo por la profusión de arrecifes coralinos y especies marinas, sino también por los barcos hundidos en las proximidades, además de las numerosas cuevas (a la cueva de Harrison, curiosamente, se accede por medio de tranvía eléctrico).
Puerto Rico
San Juan, la capital de este territorio semiautónomo de Estados Unidos, guarda dos ciudades en una: la vieja San Juan, con sus casas de vivos colores, el sabor hispano y el aire encantadoramente colonial (dicen que es la ciudad española mejor conservada del Caribe), y el San Juan de rascacielos, hoteles de grandes cadenas, autos llatodo más parecido a Estados Unidos. Los accesos a la isla son fáciles (hay vuelos regulares desde Miami y Nueva York), y una vez allí hay una moderna autopista que recorre toda la costa. La isla entera, más allá de la costa, ofrece la posibilidad de explorar cuevas, selvas, montañas y playas escondidas (las mejores están en el Sudoeste, y también en los islotes de Vieques y Culebra).
Lo llamativo es que, a causa de la cadena montañosa que atraviesa Puero Rico de Este a Oeste, existen dos zonas climáticas bien diferenciadas: el Norte, húmedo y selvático, y el Sur, seco y prácticamente cubierto de cactos.
Jamaica
Con selvas tropicales en las cimas de las montañas, cascadas cristalinas y playas idílicas, es difícil no dejarse cautivar por los encantos de Jamaica, la tercera isla más grande del Caribe. Su alborotada cultura rastafari y música vibrante (léase, reggae) le añaden ese aura de misticismo hippie, tan atractivo a los ojos de muchos. Lejos del hippismo, la industria turística en esta isla montañosa y de vegetación lujuriosa ha crecido sin respiro en los últimos 30 años, y hoy puede encontrarse una gran variedad de alojamientos, desde resorts de estilo mediterráneo sobre el mar hasta exclusivas villas y refugios de montaña. Montego Bay y Ocho Ríos, en la costa norte, y Negril, en el extremo occidental, concentran el mayor número de hoteles y turistas.
Antigua y Barbuda
El territorio de Antigua & Barbuda en realidad está compuesto por tres islas: Antigua, la mayor y más desarrollada; Barbuda, salvaje y con playas casi vírgenes, y Redonda, un peñasco rocoso y deshabitado. Antigua siempre acaparó el mayor porcentaje de turismo, aunque en los últimos años también levantaron allí sus mansiones ricos y famosos como Eric Clapton o Giorgio Armani. Su paisaje es más bien seco y llano, pero sus playas –de mares con olas o sin, usted elige– se han llevado varios primeros puestos en los rankings de las mejores playas del mundo, según diversas publicaciones de turismo. El centro histórico restaurado constituye también una gran atracción, en tanto English Harbour es un hervidero de actividad durante la semana de vela, Race Week, a fines de abril.
Más tranquila y agreste, Barbuda está formada por caliza coralina –de ahí el color rosado de su arena– y su única población es Codrington, bautizada por la familia que fue propietaria de la isla y que la usó como rancho privado. Cuenta con muy pocos hoteles y superexclusivos: para darse una idea, aquí solía refugiarse la princesa Diana cuando buscaba verdadero descanso.
Turcos y Caicos
Cuarenta islas integran el exclusivo archipiélago de Turcos y Caicos, aunque sólo ocho están habitadas. Eso sí, el total no supera las 30.000 personas. Para darse una idea, Providenciales, una de las dos ciudades más importantes de Turcos y Caicos, tiene un centro de apenas dos cuadras. Providenciales (o Provo) es también la isla con mayor concentración de hoteles, aunque todavía se puede caminar despreocupadamente por sus kilómetros de costa sin toparse con oleadas de sombrillas. Si se aburre de la arena o el buceo (excelente, por cierto), también puede jugar golf (hay un campo profesional de 18 hoyos), internarse en una cueva junto al mar en Middle Caicos o esperar el atardecer en Juba Point, una laguna artificial llena de agua de mar. O puede visitar la pequeña isla de las Iguanas, reserva natural para proteger a estos tímidos reptiles.

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